Del Cloro a la Biodiversidad

¿En qué consiste el proyecto?

La restauración ecológica a partir de estructuras artificiales urbanas es posible. A través de iniciativas como la que el Real Jardín Botánico está llevando a cabo llamada “Del Cloro a la Biodiversidad”. Este proyecto pretende revertir la manera de conservar las pequeñas masas de agua de la ciudad. El mantenimiento del agua y la ausencia de mosquitos se logra estableciendo cadenas tróficas en los estanques y fuentes, seleccionando organismos con relevancia ecológica suficiente como para desarrollarse dentro de la masa de agua estabilizándola y creando ecosistemas depuradores. De este modo se consigue su transparencia durante todo el año, evitando así el uso de cloro.

Este proyecto tiene como objetivo principal la creación de puntos de biodiversidad dentro de las ciudades, constituyendo también, beneficios sociales a largo plazo y dotando a las ciudades de lugares de encuentro donde es viable desarrollar programas educativos, estrechar relaciones vecinales o fomentar actividades con grupos conservacionistas. Los lugares donde el ser humano se acerca a la naturaleza traen un beneficio social además de un bienestar mental.

¿Es posible transformar fuentes urbanas en espacios que alberguen una alta biodiversidad?

La respuesta es rotunda: sí. Podemos afirmarlo tras haber puesto en marcha esta iniciativa.

La fauna llega a las fuentes

Al inicio del proyecto se adecuaron los fondos de las fuentes, proporcionando un hábitat necesario para el asentamiento de microorganismos acuáticos (euglenas, paramecios, rotíferos, hidras, diatomeas, etc.) A éstos las acompaño un heterogéneo grupo de crustáceos acuáticos compuestos por cladóceros, copépodos y ostrácodos, algunos tan curiosos como Cypridopsis vidua, ostrácodo asociado a las praderas de algas ovas del género Chara.

Además, estos espacios también fueron colonizados por insectos voladores que poseen larvas de vida acuática; como odonatos (libélulas y caballitos del diablo), hemípteros (barqueros y zapateros) o efímeras, de manera natural. En menos de un año, se han contabilizado seis especies de libélulas, destacando entre todas ellas la mayor libélula europea Anax imperator. La mayoría de estas especies son depredadores naturales de dípteros hematófagos (mosquitos, tábanos, etc).

Otro grupo que se ha visto beneficiado tras la eliminación del cloro en el agua es el de los anfibios. Así, la rana común Pelophylax perezi ha visto crecer de manera exponencial sus poblaciones, siendo sus coros, en las noches de verano, un elemento singular del paisaje sonoro del Jardín.

Esta peculiaridad, así como la pequeña escultura de una rana realizada en calcarenita, ha supuesto el cambio del nombre de la fuente, llamada ahora Fuente de la Rana. Se han constatado también puestas de gallipato Pleurodeles waltl, anfibio urodelo observado en varias ocasiones, que ahora, gracias a este proyecto encuentra lugares adecuados para su reproducción.

De forma espontánea también han aparecido otras especies como las culebras de agua o viperinas Natrix maura y las aves, desde mirlos hasta lavanderas se concentran ahora en este nuevo punto de restauración ecológica.

Las plantas elegidas por la mano del hombre

Bajo el agua se pueden identificar praderas de carófitos del género Chara, responsables de controlar los niveles de eutrofización del agua y protagonistas de las fuentes.

La vegetación es introducida de manera artificial, plantando y colocando las diferentes especies a distintos niveles para conseguir el efecto deseado. La colección cuenta con aproximadamente unas 50 especies de hidrófitos de aguas dulces típicos de los ecosistemas mediterráneos, y algunos representantes de especies americanas dentro de los invernaderos de flora de ese continente.

Las especies ibéricas están situadas en las fuentes exteriores y son realmente con las que se trabaja para la creación de puntos de restauración biológica. Están representados por los géneros Myriophillum, Potamogeton, Samolus, Lemna, Veronica, Ranunculus,

… y los más conocidos, los nenúfares Gén. Nymphaea y Nuphar. Las plantas palustres más utilizadas en las fuentes son los llantenes de agua Alisma lanceolatum, arroyuelas Lythrum salicaria, mentas Mentha cervina y Mentha polegium y junquillos Eleocharis palustris, así como juncos churreros Scirpoides holoschoenus o sauces Salix ssp.

Las hojas deterioradas y el exceso de materia orgánica es eliminada en su mayor parte por gasterópodos Limnea sp., la gran caracola de estanque, contribuyendo así a la limpieza del agua.

Actualmente el Real Jardín Botánico de Córdoba está volcado en este proyecto y se sigue investigando en este campo para modificar el tratamiento de las aguas urbanas en beneficio de la restauración ecológica y el beneficio de la biodiversidad.